
El puchero es un caldo derivado de una mezcla de varios alimentos, que cuenta con el agregado fundamental de la carne, originalmente proviene de la Comunidad de Andalucía, España y se extendió por gran parte de países latinoamericanos.
La carne siempre está presente en este menú. En la sagrada escritura observamos dos tipos de carne, la carne en su propia constitución como materia y los deseos o concupiscencia de la carne. También observamos que existen dos tipos de deseos de la carne, el deseo carnal permitido dentro de las normas de convivencia con el Espíritu de Dios en la tierra (alimentación saludable, higiene, placer sexual consagrado dentro del vínculo matrimonial, descansar y dormir con normalidad, entre otros) y por otra parte los deseos pecaminosos y no aprobado por Dios (pereza, glotonería, adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y otros. En el libro de Romanos, 8. 6 observamos que el ocuparse de ésta carne tiene consecuencia, y quienes hacen un puchero de este segundo deseo tiene como final la muerte.
La muerte espiritual y muerte física sin la presencia de Cristo es el menú preferido del aquel ser despreciable llamado diablo, Lucifer o Satanás que fue echado del cielo con miles de ángeles llamados demonios.
Éste maléfico ejército rodea la tierra, y en todo momento busca alimentarse de este putrefacto puchero que son los deseo pecaminosos que atentan contra la voluntad y la santidad de Dios.
Solamente la presencia real de Cristo mediante su Espíritu Santo en nuestra vida nos ayudará a salir de la peligrosa cocina de los demonios y rechazar participar en la mesa asquerosa donde se sirve el puchero del diablo.